La Comunal es un espacio cultural cooperativo nacido de la alianza entre varios proyectos de la economía social y solidaria, con el fin de mancomunar capacidades y potencias, fortalecer los lazos intercooperativos entre sí y multiplicar, así, el alcance y el impacto comunitario de las prácticas socioeconómicas transformadoras que llevan a cabo sus miembros.
La Comunal, ubicada en Sants, es una apuesta por, más allá de compartir un espacio, dar un salto de escala y generar un nuevo nodo y espacio de referencia cultural y cooperativo en la ciudad. Articulada como cooperativa de servicios, y ubicada en el barrio de Sants de Barcelona, la conformamos siete cooperativas de trabajo y una asociación: Aula d’Idiomes, Directa, Jamgo, Irídia, Lacol, La Ciutat Invisible, La Deskomunal y Quesoni.
El proyecto da nueva vida a cuatro naves industriales de inspiración modernista construidas en 1926 y declaradas patrimonio arquitectónico. El complejo, diseñado por el arquitecto Joan Bruguera i Roget por encargo del industrial textil Francesc Sans, había albergado una escuela católica para familias obreras y varios talleres (de toldos y velas) a lo largo de su historia. En los últimos veinte años, sin embargo, los edificios y su entorno habían sufrido un deterioro importante. La rehabilitación, respetuosa con la herencia patrimonial y llevada a cabo con criterios de sostenibilidad energética y ambiental, significa también la recuperación y dignificación de un espacio relevante de la memoria obrera del barrio.
El complejo está organizado en torno a un patio, eje central de la actividad intercooperativa de las organizaciones de La Comunal y también abierto al público; un espacio bien iluminado, accesible y seguro, diseñado para llevar la vida comunitaria y con una mirada ecofeminista para convertirse en un refugio climático para el barrio de Sants.
Desde La Comunal y los proyectos que la conforman pretendemos cambiar la sociedad, queremos unir fuerzas para promover una economía al servicio de las personas, basada en la reciprocidad y el apoyo mutuo. Una economía feminista que pone el cuidado en el centro y dirige su actividad a la satisfacción de las necesidades personales y colectivas, desde la atención a la diversidad y a la sostenibilidad colectiva. Una economía comunitaria, a escala humana y de proximidad, arraigada al entorno y el territorio, ecológica y respetuosa con el medio ambiente.
En definitiva, una economía cooperativa y popular que trabaja para conseguir prácticas diarias alternativas al régimen económico capitalista, sin privilegios, lucro ni explotación. Tenemos la vocación de generar un horizonte de justicia social, con una redistribución más equitativa de los recursos materiales y de la riqueza social común.
